Tras pasar una semana con el Samsung Galaxy Fold comparto mi experiencia con un móvil plegable. Y para no hacer de esto un artículo tan extenso que no tenga sentido, resumo que las características y especificaciones técnicas del Galaxy Fold son tan buenas en papel como en el funcionamiento y rendimiento del dispositivo, así que puedes tener la seguridad de que es un móvil fluido, que funciona bien en la multitarea, y con una experiencia de cámaras similar a la que tenemos en el Samsung Galaxy S10+, así que no voy a detenerme en estos aspectos.
Mi objetivo aquí es contar de primera mano lo que se siente vivir con un móvil plegable (y de 2.020 euros en el bolso), y si es una experiencia que merece la pena pagar por tener… o no. Para dar estructura a este artículo, que más que un análisis al uso va de experiencia y opiniones del Galaxy Fold de Samsung, voy a dividirlo en los momentos en que amé al Galaxy Fold, y en los momentos en que lo odié.
Y es que no vamos a engañarnos: estamos ante una revolución tecnológica, un móvil que no es para todo el mundo (ni pretende serlo) y que sí que representa una innovación que hay que aplaudir a Samsung por atreverse a lanzar al mercado, pese a los inconvenientes iniciales, y las limitaciones de precio que supone este tipo de innovación. Es una declaración de intenciones, un terminal al que le falta un buen hervor (y le sobran unos mil euros de precio) pero en definitiva es un móvil que no te deja indiferente: lo amas o lo odias. O las dos cosas como en mi caso. Y si no quieres leer, te lo resumo (y muestro) en video:
Una experiencia, casi religiosa
Antes de ponernos sentimentales y sincericidas, tengo que decir que el Galaxy Fold es un terminal que inspira respeto nada más sacar de la caja. Ni contar que te dan una charla al recibirlo, así que te sientes privilegiado de poder tenerlo entre las manos… Y también un poco acojonado, no vamos a engañarnos.
No estamos acostumbrados a pantallas que se pliegan. Ni a llevar entre manos a un móvil de 2.000 euros que no se puede mojar ni entrar en contacto con el polvo, o estar cerca de llaves, tarjetas bancarias o cosas magnéticas o con imanes. Así que por mucho que te comparen la compra del Fold con la de un bolso de diseño, te asusta. Porque el bolso no lo vas a llevar a hacer la compra, pero el móvil se supone que lo usas todo el día, ¿no? Incluso cuando te lavas las manos después de ir al baño. Así que en este caso tienes que cuidar que te las hayas secado bien. Por favor, no pases de lavártelas con la excusa de que estás usando un Galaxy Fold.
En mi caso trabajo con el móvil todo el día. Así que incorporar al Galaxy Fold a mi rutina, o mejor aún adaptar mi rutina al Galaxy Fold, resultó emocionante por un lado, y estresante por otro. Soy periodista de tecnología y por mis manos pasan gadgets de todo tipo y de todo precio, que no pago yo y que no son míos, pero no por eso quieres que se te rompan o deterioren.
Partiendo de este principio, los cuido y los uso como propios, y por tanto no me atreví, por ejemplo, a llevarme al Fold a mis clases de spinning en el gimnasio. Me daba pánico que se rozara con algo, que se me resbalara, o incluso cogerlo con las manos húmedas de sudor. Dejarlo en la taquilla no era una opción, que cuesta 2.000 euros, y nunca se sabe, por mucho que eche la llave… Así que esos días que el Fold fue parte de mi vida, me iba al gimnasio sin móvil. Experimento sociológico que luego contaré y que merece la pena vivir en algún momento, pues sufrí síntomas de nomofobia en primera persona, busqué el móvil desesperadamente en el bolso (pensando que lo había perdido) y hasta escuché los llamados «repiques fantasma». Eso da para un artículo en sí mismo.
Momentos en los que amé al Fold
Dicho lo anterior a modo de contexto, empezaré por los momentos bonitos, esos en los que me sentí feliz de tener al Fold conmigo. Uno de esos momentos fue el «Efecto WoW». El Galaxy Fold me volvió a ilusionar como pocos móviles hacen, lo confieso. Tenerlo entre las manos, abrirlo y cerrarlo, era emocionante. Al principio. Estaba como hipnotizada cuando le abría y cerraba. Mágico. Luego, en el uso real, se hace normal. Y ya también deja de darte miedo. Casi… Que cada vez que suena ese sonido que produce el roce de las pantallas, igual da como cosilla.
Amé el Fold a la hora de ver vídeos. A la semana paso muchas horas en YouTube, consumiendo contenido tecnológico y de ocio, así que tener una pantalla grande donde disfrutarlo, y una experiencia de sonido envolvente, fueron un momento «lovely».
Jugar es otro de esos momentos en los que me pareció ideal tener una pantalla como la del Galaxy Fold, y a la hora de mirar las redes sociales o consultar el email, también confieso que da muchísimo juego contar con una pantalla así de grande.
Momentos en los que odié al Fold
Nada es color de rosa, y el Galaxy Fold tampoco es la excepción: Lejos de la perfección, la sensación tras vivir con el Galaxy Fold es agridulce porque usarlo con una sola mano es casi imposible, y pensándolo bien, uso mucho el móvil con una sola mano, por ejemplo, mientras voy andando. Casos puntuales en los que me pareció un incordio:
- Hacerme un selfie
- Responder un WhatsApp
- Usar Google Maps mientras andaba
Podrías pensar que Google Maps en una pantalla grande es una pasada. Y lo es. Hasta que te das cuenta que no es cómodo (ni me parecía seguro) llevar el Fold con una mano mientras veía la ruta en Maps. Por un momento pensé que como GPS para el coche era perfecto, pero de golpe la realidad me sorprendió de nuevo: Galaxy Fold no cabía abierto en mi «Pinza» para el móvil que tengo en el coche. Pensé comprar otra, una solución que me permitiera llevar el Fold abierto en el coche para usarlo como GPS y varios de mis compis periodistas me hicieron reflexionar: no podría llevar una pantalla de más de 7 pulgadas como GPS. Así que tampoco me valía.
Veredicto: El Fold sí, pero ahora no
Sí, pero no. Me gusta la idea, pero le falta un «no sé qué» para que sea funcional. Empezando porque no tenga que cuidarlo con al niño de mis ojos. Necesitamos que las pantallas flexibles sean resistentes, como lo son las pantallas de los móviles de hoy. Necesitamos móviles plegables pero con resistencia al agua. Móviles que nos permitan usarlos sin miedo.
Y sobre todo: Necesitamos móviles plegables que justifiquen el hecho de ser plegables, con usos claros para hacernos más productivos o para simplificarnos la vida, más allá de la mera demostración de que es posible o de que es el futuro. De lo contrario, te va mejor comprar un Samsung Galaxy Note10+ y ya que estás, compra también un tablet como la TabS6, o un reloj inteligente. Vas a disfrutar más, a usarlos más y a sentirte libre con la tecnología para ayudarte en el día a día, no para complicarte el día a día. De nada.
Periodista | SerieAdicta | Hispanovenezolana