Vivimos en un mundo hiperconectado, donde comunicarnos es una cuestión que toma segundos y donde es casi imposible ocultarse. Puede parecer abrumador pero estamos acostumbrados a ello, es más, probablemente a este punto no concebiríamos nuestra vida de una manera distinta.
El avance de la tecnología nos ha hecho pensar que la frontera entre el hombre y la máquina ya no existe. Tanto así que llegará el momento en el que no sepamos cuál es cuál, ni donde empieza uno y termina el otro.
Y es que, de acuerdo a un estudio realizado por el Instituto VINT, laboratorio de tendencias de Sogeti, 50.000 millones de objetos estarán conectados a Internet en el año 2020, lo que supone, sin duda, un cambio entre el ser humano y la forma en como este se relaciona con los objetos.
Pero más allá de los “objetos”, parece que el dispositivo más importante no será precisamente uno de estos aparatos sino el propio cuerpo humano.
Según lo investigado por el VINT en este estudio llamado “Emphatic things”, en el futuro los actuales dispositivos de mano serán sustituidos por terminales insertados en, sobre o dentro de nuestro propio cuerpo; para recibir y emitir información, lo que creará un sentimiento de empatía entre el hombre y las máquinas.
Esto nos hace creer en que pronto el cuerpo humano y el Internet serán un conjunto indisoluble, en el que uno dependerá del otro… si no es que ya vivimos eso.
Cuando pensamos que no podemos vivir sin estar conectados a través de las tecnologías, nos damos cuenta de que esto simplemente llevará a otro nivel nuestra relación con los objetos, es decir que será más personal e íntima.
“Con el aumento de la empatía con los objetos, los límites entre el hombre y la máquina se difuminan. La vida se hace más fácil, los sentidos se agudizan e incluso se crean otros nuevos”.
Menno van Doorn, Director de VINT
Cuerpo e Internet
Pero, ¿de qué manera el cuerpo humano podría funcionar como un dispositivo conectado a Internet? Pues VINT ha identificado seis categorías de lo que ellos han denominado “cosas empáticas”:
El primero serían wearables, las cuales estarían adjuntas a la piel, proporcionando una visión en datos corporales tales como el ritmo cardiaco.
El segundo serían augmentables, que complementarían los sentidos con datos procedentes del entorno del usuario. El siguiente serían surroundables, los cuales combinarían datos del cuerpo del ser humano con información externa.
La siguiente categoría serían enchantables, objetos cotidianos equipados con tecnología inteligente; seguido por swallowables, que convertirían los datos del cuerpo en un identificador digital.
Por último estaría biohackables, los cuales serían implantados bajo la piel para mejorar el desarrollo humano.
Sin embargo, como todo cambio tecnológico, su éxito o no dependerá de la capacidad de adaptación que tengamos nosotros ante algo tan invasivo como podría ser esta forma de conexión.
Se pondrían sobre el tapete temas como la privacidad e incluso la seguridad porque pasaríamos a ser ‘objetos’ localizables siempre, claro aunque ¿quién nos asegura que ya no lo somos?
Lo cierto es que con algo tan avanzado como esto, no cabe duda de que habrá muchos lanzamientos fallidos en el mercado y que sí, todo dependerá del atractivo social y la viabilidad económica que tenga esta idea de integrar en nuestro cuerpo el Internet.